Aranceles o Boletos
"La Edad de Piedra no terminó por falta de piedras, y la Era del Petróleo terminará mucho antes de que el mundo se quede sin petróleo." — Sheikh Ahmed Zaki Yamani
Desde hace tiempo, el mundo financiero y político gira en torno a una narrativa dominante: el nearshoring es la gran carta de México para posicionarse como un referente de crecimiento, establecerse como la economía más grande en Latinoamérica y subir algunos escalones dentro de la lista de los países más ricos del mundo.
Y sí, bien lo comenté en la nota “Efecto Nearshoring”: estamos geográficamente privilegiados, el dólar fluye y los parques industriales crecen rápidamente en el norte y centro del país. Pero hay una amenaza latente que ha hecho que nuestras aspiraciones caigan en la incertidumbre.
Donald J. Trump la repite cada vez que se sube a un escenario, como si siguiera en campaña. Amaga con aranceles, con cerrar la frontera, con castigar a México si no actúa a su manera. Y cada vez que lo dice, los mercados se mueven, el peso se ajusta y la Bolsa reacciona.
Aquí no se habla de supuestos. Se habla de hechos.
Recordemos que ya tuvimos una mala experiencia con una empresa que decidió retirarse de nuestro país... Después de la victoria de Trump en las elecciones de su primer mandato, el fabricante de automóviles emblema de Estados Unidos, Ford canceló sus planes en San Luis Potosí, dejando al estado con una planta inconclusa y una lección dolorosa: el nearshoring no está garantizado. También lo vimos recientemente en Santa Catarina, Nuevo León, cuando Tesla se echó atrás.
Que no se malentienda: el crecimiento industrial en México es innegable.
Solamente en el estado de Nuevo León, se desarrollan más de 3.6 millones de metros cuadrados de naves industriales este año, un tercio del total nacional. Querétaro absorbe más de 300,000 m² al año en nuevos espacios logísticos. San Luis Potosí acaba de registrar un incremento industrial del 10.2%, el segundo mayor del país.
Pero todo eso se puede ver comprometido si, de pronto, desde Washington llega una declaración inesperada. Ya nos ha sucedido antes… Y, aunque poco podemos influir en ese aspecto, sí hay una pregunta para la que tenemos respuesta y sobre la cual sí podemos actuar:
¿Qué fuente de ingresos puede crecer… y está exenta de aranceles?
La respuesta está a un vuelo de distancia, más cerca de lo que podemos imaginar.
Y lleva décadas desatendida: el turismo.
Lección del desierto
Cuando se habla de reingeniería económica estratégica, hay un país del cual es inevitable hablar: Emiratos Árabes Unidos.
Durante décadas, su prosperidad se sostuvo en una sola industria: el petróleo. Pero hacia finales de los 2000, los líderes emiratíes entendieron hacia dónde estaba yendo el mundo, apostaron… y ganaron. Vehículos eléctricos, transición energética global, presión ambiental, todo indicaba que el mundo reduciría su dependencia del petróleo. No era una simple premonición: era una tendencia inevitable.
En lugar de esperar a que los precios colapsaran —o invertir en refinerías sin futuro—, tomaron acciones estratégicas concretas.
En apenas dos décadas, Dubái y Abu Dhabi pasaron de ser economías casi completamente petroleras a economías diversificadas, donde el turismo se convirtió en un actor fundamental.
Dubái presume el único hotel de 7 estrellas del mundo, el Burj Al Arab; el rascacielos más alto jamás construido, el Burj Khalifa; y uno de los centros comerciales más grandes del planeta, el Dubai Mall, que además alberga un impresionante acuario y la insólita pista de esquí cubierta en medio del desierto. A eso se suman islas artificiales con forma de palmera, espectaculares fuentes danzantes y un aeropuerto diseñado para recibir a más turistas que muchos países enteros.
Hoy, el turismo representa alrededor del 12% del PIB nacional de los Emiratos Árabes Unidos, habiendo crecido considerablemente desde niveles mínimos hace veinte años, mientras que el petróleo bajó de cerca del 44% del PIB en 2005 a cerca del 20% actualmente. En 2023, Emiratos recibió más de 17 millones de turistas internacionales, generando ingresos que rebasaron los 50 mil millones de dólares anuales, aproximadamente 1,7 veces más que los ingresos generados por el turismo internacional en México. Todo esto en un país donde las temperaturas pueden alcanzar los 50°C… en medio del desierto.
¿Cómo lo lograron? Con visión. Con infraestructura. Con voluntad política. Y, sobre todo, con la urgencia de quien no tiene tiempo que perder.
¿Y si México hiciera lo mismo?
Tenemos lo que Emiratos no tenía:
Playas en tres litorales
Gastronomía reconocida por la UNESCO
Ciudades coloniales con historia
Reservas naturales con ecosistemas únicos
Una ubicación geográfica inmejorable
Y sin embargo, seguimos considerando al turismo como un “sector adicional”, un premio de consolación al que se le invierte cuando sobra… no cuando urge.
Pero si los aranceles golpean las exportaciones, si el nearshoring se desacelera por incertidumbre política, si el dólar se fortalece y México pierde competitividad industrial, el turismo será una de las pocas fuentes de ingresos que no puede ser bloqueada por decreto.
Cada viaje cuyo destino es México, es un ingreso para nuestra balanza comercial.
Y cada peso que se invierte en turismo es un escudo contra la guerra arancelaria que ya empezamos a ver.
Alas Propias
México tiene una oportunidad que pocos países poseen: puede blindarse económicamente aprovechando su ubicación, recursos naturales y dibujarnos una sonrisa en nuestros rostros.
La profesionalización del sector, el acceso a crédito para proyectos turísticos regionales, el fortalecimiento de aeropuertos locales y la promoción inteligente de destinos con identidad (no solo sol y playa), deben formar parte de una estrategia nacional para la diversificación de ingresos.
Y sí, también se requiere voluntad política para hacer esto en serio:
Impulsar rutas turísticas donde no ha llegado la inversión
Capacitar a comunidades que ya reciben visitantes sin estructura
Fortalecer la seguridad
Porque el único ingreso que no depende de permisos ajenos a los nuestros… es el que aterriza en un avión y se enamora de nuestro país.
¿Y tú? ¿Cómo consideras que México pudiera impulsar el turismo?


felicidades